Las
lenguas indígenas han empezado a desaparecer desde que Hernán Cortes llego al
continente Americano a mediados del 1480, con el primer contacto con los
nativos e intento de comunicación exitoso gracias a un traductor, naufrago
español, la lengua empezaba a peligrar, pero esto no fue más que el presagió de
un Armagedón tan cercano pero sigiloso que ni el vidente más experimentado
podría avisar de lo que se avecinaba, con el avance prácticamente implacable de
los españoles, en conjunto con su lenguaje, el idioma español iba remplazando
el idioma natal de pequeños asentamientos de nativos, pero todo esto no se
compararía al golpe maestro que estaba a la vuelta de la esquina.
Fruto
de las escaramuzas, múltiples asedios y distintas batallas libradas en México,
la antes conocida Tenochtitlán caería ante los españoles, dando con ello el
primer gran golpe que derrumbaría el predominio de las lenguas indígenas en
todas las regiones nativas del México prehispánico.
Más
pronto que tarde los españoles empezarían con el proceso de ocupación del
territorio y su evangelización, la lengua y creencias de los europeos
reemplazarían las del nuevo mundo, dejándolas atrás, con estos sucesos las
lenguas indígenas quedaron drásticamente debilitadas, pero la tormenta todavía
no había pasado.
Con
la llegada de los años 80’ la globalización avanzaba formidablemente y
planteaba sus principios en las distintas sociedades, y la sociedad mexicana no
fue la excepción, con el planteamiento de la unificación lingüística y las
precuelas de la Revolución Industrial las lenguas indígenas se encontraban en
lo sería su senda a la perdición, con gran parte de las personas procedentes de
poblaciones marginadas trabajando en industrias y el esparcimiento de la lengua
hispana la situación para las lenguas se tornó precaria.
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